Disponer de un espacio físico adecuado, sin muchos distractores, para que realice diariamente sus tareas escolares (televisor, radio, ruidos, conversaciones, etc. No obstante, en ocasiones, un ambiente artificialmente aislado, puede hacer que el niño se predisponga negativamente hacia las tareas escolares. Más importante que un ambiente demasiado austero, es una actividad atrayente.

Fijar un horario de estudio diario, previamente establecido  y no transable, aún cuando no tenga tareas (1 hora aprox).

Preocuparse de alternar su hora de quehaceres escolares, con actividades de esparcimiento (en niños con SDA, la parcelación del tiempo de estudio es muy importante).

Las rutinas de trabajo deben ser claras, conocidas y predecibles, sin variaciones  imprevistas.

Brindar apoyo a las actividades escolares tales como pruebas, trabajos, tareas, revisándolas y/o solucionando dudas (en ningún caso, impacientarse y hacer las tareas por él.

Estructurar externamente su entorno y en particular, organizar sus quehaceres escolares, proporcionándole pautas de trabajo, acompañándolo y si es el caso, dirigiendo su actividad durante el tiempo de estudio. La sola presencia del adulto (profesor, padre u otra persona) tiene efectos significativos en el trabajo del niño.

La cantidad de ayuda que se brinde al niño, y la duración de la misma, dependerá de cada caso particular: de sus fortalezas y debilidades, de las características del colegio y de la familia, de los recursos de que se disponga y de la forma en que el niño responde a la ayuda que se le brinda. En general, la respuesta del niño no suele ser inmediata y se requiere de paciencia y persistencia, para que los cambios que se produzcan se transformen en hábitos y se generalicen a todos los ámbitos de acción del niño.

Mostrarle sus errores y enseñarle a partir de ellos: señalar el error y estimularlo para que autocorrija.

El contacto permanente con el profesor es clave para el éxito. Los padres no pueden darse cuenta de cuáles son los aspectos  más deficitarios del aprendizaje de su hijo. El profesor debe indicar cuáles son las actividades más eficaces para ayudarlo a lograr los objetivos del curso o nivel.

Mantener relaciones de colaboración permanente entre el colegio y el hogar es un elemento clave en la ayuda que el niño requiere.

Trabajar al menos un par de veces a la semana con textos utilizados el año anterior, realizando nuevamente las actividades propuestas, en especial en aquellas asignaturas en que el niño demuestre más problemas (la posibilidad de “lagunas pedagógicas” es muy frecuente y el eliminarlas es un punto clave en la recuperación pedagógica del niño).

En asignaturas que exigen el aprendizaje de contenidos previos para adquirir los próximos, (ej.matemáticas), se sugiere un reaprendizaje “paso a paso” desde el punto en que el niño dejó de aprender o aprendió en forma deficiente los contenidos programáticos.